Durante un viaje de trabajo, concretamente el 7 de abril de 2010, cayó en mis manos un ejemplar del diario La Vanguardia, en cuya contraportada aparecía este tipo (Jeff Hoffman) bajo un titular que me impactó:
«Si no te equivocas, es que estás haciendo algo mal.»
Por aquel entonces ya me rondaba por la cabeza la idea de dejar mi empleo, pero aún seguía teniendo un miedo terrible a equivocarme con aquella decisión. Así que esa frase me hizo pensar seriamente de nuevo durante todo el viaje a cerca de mi situación y lo conservador que estaba siendo al no querer asumir riesgos. Claro que tenía el paquete completo: un trabajo cómodo, un buen sueldo, una jugosa hipoteca, un hijo de 2 años (guapísimo:) y estábamos planteándonos tener otro, lo cual no ayudaba demasiado a asumir «riesgos innecesarios». El caso es que esta frase contribuyó a darme ánimos para equivocarme y ese mismo año inicié mi cambio de rumbo. Y reconozco que si no hubiera alimentado (cebado, diría yo) mi autoestima (razones internas) y mi ego (razones externas), hubiese sido imposible haber tomado una decisión de este tipo. Sin embargo, cuando por fin lo haces y entonces tu entorno social te idolatra por haber sido tan valiente, tu ego se dispara y se apodera de ti. Digamos que te conviertes en tu propio héroe y eso te hace creer que puedes llevar a cabo cualquier aventura tú solo.
«El ego es el primer enemigo del emprendedor, dice Jeff. Y no es que a él le falte, pero sabe desactivarlo con humor (no deja de reírse de sí mismo): El miedo de tu ego al ridículo te paraliza, te impide desafiar tus límites. Si logras vencerlo, ganas, pero entonces te convencerá de que eres un tío listo y te planteará dos nuevos problemas: primero, aceptar que no eres ni la mitad de listo de lo que tú crees y que necesitas un equipo; y, segundo, que ese equipo -es clave- debe ser más listo que tú. Pero tu ego, en el fondo, es tan vanidoso como inseguro y tendrá miedo a fichar a los mejores, no sea que te hagan sombra. Por eso, tienes que saber poner tu empresa por delante de tu propio ego».
Por eso, un año después de iniciar mi nueva etapa, decidí aparcar la carrera en solitario y desactivar mi ego, para unirme a un equipo, por supuesto, más listo que yo. La prioridad era aprender, divertirse y abrirse camino en un sector nuevo y tremendamente competitivo (todavía no imaginaba cuanto). Lo que aún no me atrevo a decir es lo que también comentaba Jeff en el mismo artículo, y que envidio de la cultura americana:
«Carezco de miedo al fracaso; ese estúpido terror paralizante a meter la pata que nos disuade de hacer lo que de verdad queremos».
Seguimos aprendiendo en el camino…
en verdad vengo peleando con mi ego y mis miedos, al ridiculo y al fracazo y rara vez me impongo factores externos como familia y «amigos» suelen boicotear mis esferzos
Muchas gracias, siempre digo que lo mío fue una cuestión de sablud mental :-)
Ricardo, buen articulo.
El problema es que es mas facil decirlo que hacerlo, y hay que ser muy valiente para dar ese paso…
Saludos!!!